“Yo como bien, están exagerando” ¿Cómo saber si sufro de un Trastorno de alimentación (TCA)?

Escrito por Santiago Pino Robledo

Identificar un TCA no es tan sencillo, no se reduce a estar en “los huesos”, hacer dieta, comer demasiado o vomitar. Esto es lo que la mayoría de las personas piensa y aunque estos comportamientos pueden hacer parte de los síntomas del TCA no son los únicos.

Nuestra cultura está centrada en la imagen, la delgadez, lo fit, la visión de los demás, la voluntad y el “ser mi mejor versión”. Todo esto se resume en una sola cosa: EXIGENCIAS. Todos las vivimos y tenemos que aprender a enfrentarlas. Pero para algunas personas, estas exigencias se viven de forma diferente, como una necesidad, una urgencia que genera mucha angustia y cuando digo mucha es mucha. Cómo si mi supervivencia dependiera de eso.

Todas las personas que leamos esto estaremos de acuerdo (espero) que este enunciado de NECESIDAD de aprobación externa es por lo menos cuestionable.

Pero resulta que aquellas personas que no lo pueden cuestionar, viven tanta angustia que está dispuest@s a hacer lo que sea con tal de encontrar algo de seguridad. Si sumamos lo anterior a un par de cuentas de Instagram en las que se promueva un estilo de vida restrictivo con la comida como la mejor forma de sentirse “bien con uno mismo” tendremos como resultado lo siguiente:

En el peor de los casos:

“No voy a comer eso. Me estoy cuidando” mientras rechaza el almuerzo que le cocinó la abuela un domingo.

Discusiones con la familia sobre la comida “Que te pasa mamá, ¿me quieres engordar más? Necesito cuidarme” durante la cena en un día normal. Incluso mentiras como “Ya comí en casa de mi amiga”, “Comí antes de que llegaran”, “Yo me hago algo ahora más tarde”.

Una donación exhaustiva de comida a los demás “Te regalo mi almuerzo, no tengo hambre” mientras está con sus amigos a la hora del almuerzo en el colegio. Desafortunadamente muchas veces estas donaciones van a las mascotas de la casa, las cuales muchas veces se enferman por estar comiendo la comida que no es la suya.

Unas formas menos sospechosas:

“Solo voy a comer un poco, Me estoy cuidando” o incluso “Solo la ensalada, Me estoy cuidando”. “Mamá yo voy a hacer el almuerzo de hoy” mientras cocina alimentos bajos en grasa y sin usar NUNCA ningún tipo de aceite, salsa o condimentos que genere temor. Una espontánea necesidad de acompañar la compra del mercado “No compres eso que tiene mucho azúcar, sodio, grasa” que se acompaña de un malestar cuando se compran alimentos que no considera “saludables” o de tener un mercado propio que sea completamente “Bueno”.

Supervisión o control de la comida de otros “Estas comiendo como cerda” mientras la mamá se come un cupcake, “Estas comiendo mucha grasa” mientras su hermano le pone mantequilla al pan, “El azúcar te va a matar” mientras su amiga compra una gomita en el recreo. “¿Qué comiste en el almuerzo?” mientras su mamá le cuenta sobre su día en el trabajo.

A veces la incomodidad de ver comer a los demás “Quiero comer en mi habitación”, o la incomodidad de los sonidos de la comida en familia “papá tienes que hacer tanto ruido mientras masticas”, “Porqué comen tan rápido, son unos cerdos” mientras los demás comen en 30 minutos y ella va en la mitad.

Las formas de comer:

Cortar todo en pedazos muy pequeños; la incapacidad de comer alimentos con la mano o de tocarlos sin usar una servilleta; la necesidad excesiva de limpiarse la boca con cada bocado, aunque no se ensució; comer en orden los alimentos, siempre dejando para el final los carbohidratos; separar los alimentos en el plato creando caminitos. Incapacidad de combinar alimentos como el arroz con los fríjoles (algo típico en Colombia). Limpiar la comida quitando la salsa y dejándola a un lado; esparcir por todo el plato las sobras de la comida para que no se vea que dejó; siempre dejar comida en el plato; usar un plato o cubierto especial que nadie puede tocar; cada vez que da un bocado debe soltar los cubiertos para demorarse más comiendo.

Seguramente mientras lees esto pensarás “¿Qué hay de malo en eso?, yo lo he hecho también”. Lo que tiene de malo es en primer lugar que una decisión sobre mi forma de alimentarme que la saqué de una cuenta de Instagram no suena nada bien. Lo segundo es que, si la razón por la que llegué a esos contenidos tiene que ver con mi necesidad de aprobación, le estoy poniendo a la comida un papel en mis emociones y en mi identidad (mala combinación). Y la tercera, es que si además de esto esa decisión tiene que ver con que me da miedo lo que piensen de mi por comerme lo que me ofrecieron o por miedo a incumplir la meta que me propone la influencer o la forma en la que en mi cabeza esa meta se puso un poco más estricta, con más arandelas y reglas ya estoy tendiendo síntomas de un TCA.

Es por esto que la mayoría de las personas que sufren de un TCA les cuesta trabajo reconocerlo. Se centran mucho en “Yo si como”, “Me gusta comer” y no en la angustia y sufrimiento que viven cada vez que se enfrentan a una situación con comida o todo lo que pensaron en lo que iban a comer en el día para no subir de peso. A esto también se le suma que muchas de las cosas visibles son validadas por la cultura de dieta y por ende para nuestra familia y amigos en un principio lo ven como algo natural “Solo se está cuidando”, “Quiere hacer algo para su salud” o peor aún “Yo también quiero hacer esa dieta”, “Hagámoslo junt@s”, “Tú me dices cómo lo debemos hacer”, “Cuantos kilos vamos a bajar esta semana”, “Ya era hora de que hicieras eso”.

Entonces recuerden: comer bien, no tiene nada que ver con “Me estoy cuidando”, si detrás de ello hay sufrimiento.

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